Los primeros escritos de Gabriela Mistral
Llaman la atención por el excesivo pesimismo de sus imágenes. Entre 1895 y 1900 ingresa a la vida de Lucila una de sus primeras amigas, Dolores Molina (Lola), quien sin saberlo desempeñará un papel importante en la génesis de los motivos líricos de la futura Gabriela. La amistad nace debido a las frecuentes visitas que Emelina Molina, media hermana de Lucila y hermana del padre de Dolores (Lola), realiza a La Serena, acompañada de su pequeña hermana, con el propósito de visitar a su padre, don Rosendo Molina.
A Dolores Molina dedica estos versos, los que probablemente fueron escritos entre los años señalados:
Versos a Lola
Me encontraba en la pradera
Pensativa, triste y sola
Vi un ángel hermoso y era
La mui candorosa Lola.
II
¿Quién eres tú niña hermosa?
¿Virgen de púdica risa? (sic)
Eres cual fragante risa
Que mecida por la brisa.
III
Eres bello ruiseñor
Que alegre canta en la rama
Que manifiesta su amor
Al aura que tanto le ama.
En prueba de mi amistad
Te envío estos versos hoy
Leed y siempre amad
A mí.
Polaridad vida-muerte
Aunque la poesía de Desolación está teñida de muerte, con su dolor, frustración, abandono, subyace en el trasfondo la vida, con su gozo, belleza e ímpetu creador. La verdad raíz de esta polaridad está en los opuestos: placer-dolor, maternidad-esterilidad; esperanza-desolación, vida-muerte. Las obras posteriores registran ya en sus títulos Ternura, Tala, Lagar, incluso el Poema de Chile, la agonía existencial de esta dialéctica.
Dios lo quiere
I
La tierra se hace madrastra
si tu alma vende a mi alma.
Llevan un escalofrío
de tribulación las aguas.
El mundo fue más hermoso
desde que me hiciste aliada,
cuando junto de un espino
nos quedamos sin palabras,
¡y el amor como el espino
nos traspasó de fragancia! (...)
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