Instituto de Recuperación Humana "Santa Teresa de Jesús"

Institución educativa con filosofía y lineamientos humanístico-cristianos donde lo mas importante es el ser humano. Nuestro propósito es promover una educación integradora (inclusiva); en relación muy estrecha con la familia, para conseguir que el aprendizaje se dé con: dinamismo, alegría, honestidad, veracidad, solidaridad, democracia, calidad ,participación, actitud crítica y empatía.

sábado, diciembre 24, 2005

Gabriela Mistral Maestra-Poeta

Después de Desolación (1922), su primer libro, Gabriela Mistral se vuelca al mundo de los niños, de los seres y de las cosas, en busca del consuelo y de una razón de ser, pero la vida desgarrada y doliente que caracteriza su primera época. Su norma será: «Que asuma mi alma un invariado y universal gesto de amor». Y lo hará con la poesía infantil, porque los niños son los primeros que reciben su cariño y comprensión. Ternura (1924), está dedicado íntegramente a ellos. Piececitos de niño, azulosos de frío, ¡Cómo os ven y no os cubren, Dios mío! El plan del libro se ciñe al interés por brindar al niño el amor a que tiene derecho y la posibilidad de ambientarlo en el mundo. Los títulos van señalando los pasos a seguir: en las Rondas y las Canciones de la tierra, Estaciones el niño se integrará a la armonía del universo; en las poesías Religiosas experimentará la presencia de Dios; las Otras canciones y las Canciones de cuna, le harán sentir el amor maternal, en el que se apoyará durante su vida. Capacidad fabuladora Una de las características de la poesía infantil de Gabriela, extensiva a toda su creación, es su capacidad fabuladora, carente de complejidad, procurando en cada caso, dejar en claro la riqueza de lo elemental y primario de la cosa. Esta virtud, que va unida siempre a la sencillez formal, permite la comprensión inmediata del niño, cuya mente recién comienza a vislumbrar el valor del nombre primero e invariable, aquel que apunta a la esencia del ser. Tala Americanismo En Tala aparece diáfana la voluntad americanista de su autora, con especial énfasis en la descripción de su naturaleza deslumbrante, de sus mitos, leyendas y folklore. En dos Himnos, suerte de manifiesto americano de Gabriela, se potentiza esta visión del Continente que debe ser cantado «con el himno largo y ancho, de tono mayor». Los Himnos del Continente constituyen el panegírico (alabanza solemne) de más elevada calidad poética. Por lo mismo son considerados obras monumentales de la poesía universal, escritas por una mujer autocalificada de mestiza, que logró rescatar los olvidados valores culturales de la Civilización Precolombina para enlazarlos al legado cristiano occidental. Materias La experiencia poética originada por el arrobo ante la presencia de objetos materiales que, de improviso, se nos revelan en su esencia más recóndita: el pan, la sal, el agua, el aire. Muerte de mi Madre Establece la necesaria relación de continuidad con Desolación, en cuanto a la crisis religiosa. Luego se vislumbra optimismo y fe en Cristo y en la vida futura. Muerte de mi Madre Ella se me volvió una larga y sombría posada; se me hizo un país en que viví cinco o siete años, país amado a causa de la muerta, odioso a causa de la volteadura de mi alma en una larga crisis religiosa. No son ni buenos ni bellos los llamados «frutos del dolor» y nadie se los deseo. De regreso de esta vida en la más prieta tiniebla, vuelvo a decir, como al final de Desolación, la alabanza de la alegría. El tremendo viaje acaba en la esperanza de las Locas Letanías y cuenta su remate a quienes se cuidan de mi alma y poco saben de mí desde que vivo errante. Desolación El primer libro de la poetisa chilena salía a la publicidad bajo los auspicios del Instituto de Las Españas. Tras este hecho la fama de Gabriela Mistral alcanzó lindes de universalidad y su figura comienza a perfilarse entre los grandes de la literatura universal. El titulo Desolación se ha tomado del primer poema de la sección «Naturaleza». Estructura - estilo - temas Se compone Desolación de setenta y tres poemas agrupados bajo los epígrafes «Vida», «Escuela», «Infantiles», «Dolor» y «Naturaleza». Además, de una colección de escritos en prosa poética y de cuatro canciones de cuna. Vida Desde los primeros poemas se revela el carácter existencial de la obra. Creo en mí Creo en mi corazón que cuando canta sumerge en el Dios hondo el flanco herido para subir de la piscina viva como recién nacido. Creo en mi corazón el que yo exprimo para teñir el lienzo de la vida de rojez o palor, y que le ha hecho veste encendida. Credo, G.M. Escuelas e infantiles La poesía dedicada al niño y su educación, alcanza en Gabriela bella simbiosis de verso y pedagogía. La maestra rural A Federico de Onís La Maestra era pura. «Los suaves hortelanos», decía, «de este predio, que es predio de Jesús, han de conservar puros los ojos y las manos, guardar claros sus óleos, para dar clara luz». La Maestra era pobre. Su reino no es humano. (Así en el doloroso sembrador de Israel) Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano, ¡y era todo su espíritu un inmenso joyel! (...) ¡Dulce ser! En su río de mieles, caudaloso, ¡largamente abrevada sus tigres el dolor! los hierros que le abrieron el pecho generoso, ¡más anchas le dejaron las cuencas del amor! (...) Campesina, ¿recuerdas que alguna vez prendiste su nombre a un comentario brutal o baladí? Cien veces la miraste, ninguna vez la viste, ¡y en el solar de tu hijo, de ella hay más que de ti (...). G.M. Poema de chile El Poema de Chile, obra póstuma, publicada en 1967, constituye la quinta esencia de lo que fue Gabriela Mistral no modernista, es decir, íntegramente definida y personal. Lo fue componiendo a lo largo de veinte años, en una cabal plenitud humana y poética. La estructura del libro -setenta y siete romances- surge del regreso de Gabriela a su país pero venida de ultratumba, sólo en espíritu. Esta original presencia le permite asumir la conciencia mítica del pueblo chileno, vale decir; aquella que acepta la superposición de niveles o realidades distintas: diálogo entre muertos y vivos por ejemplo. Al descender en el Norte chileno (su espíritu) se encuentra con un niño-indígena atacameño y un huemul, que juegan el papel de símbolos de la patria. Transformada en guía del más allá, la poetisa inicia su larga peregrinación a través del país, mostrando a sus acompañantes la toponimia nacional, los nombres de animales, aves, árboles, plantas y flores. Nada escapa a su visión panorámica. Todo lo quiere enseñar. Sus interlocutores escuchan, aprenden e interrogan: todo lo quieren saber. Y el diálogo fluye liviano, sin que se pierda el carácter narrativo de la obra. El viaje es primitivo, a pie y con preguntas elementales ¿Cuándo amanecerá la Pascua? ¿Para qué sirven la albahaca y la menta? La poetisa -confundida a veces con la madre Tierra- en tono evocador y profético enseña la tierra en que le tocó vivir. El niño, incontaminado y primitivo representante de la raza, aprende con agrado la lección. El huemul, blasón de la nacionalidad, comparte el mensaje. Identidad de origen e ideales fortalecen los vínculos entre los personajes. Ella, maestra por vocación, ama al niño; pero además lo quiere como a un hermano de sangre. (Mestizaje de Gabriela).

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