"La intuición y no la razón atesora la clave de las verdades fundamentales". Buda.
Esta capacidad parece ser algo más que una habilidad extrasensorial. Si nos atenemos estrictamente a su definición "es la percepción íntima e instantánea de una idea o verdad. O la facultad humana de entender algo sin razonamiento, lógica o sentidos." Bajo este punto de vista, cualquiera de nosotros, sin necesidad de ser videntes, experimentamos alguna vez en la vida ráfagas de comprensión intuitiva. El problema es que nuestra conciencia esta acostumbrada a desechar todo cuanto no proceda de la lógica, y no solemos ser conscientes de estos mensajes.
Existen, además, técnicas como la relajación y la visualización, o circunstancias especiales, como el estado de duerme-vela, revelaciones oníricas o situaciones de tensión, en que las defensas del ego racional descienden y somos más receptivos. Cada vez que una corazonada nos impele a actuar de forma inmediata o captamos un presentimiento que después se revela cierto, sentimos la urgencia de llamar por teléfono a alguien a quien no vemos desde hace tiempo y entonces descubrimos que necesita nuestra ayuda, o bien tomamos una difícil decisión que luego se confirma positiva, estamos siendo intuitivos. Algunas personas dicen "no sé cómo, pero lo sabía."
Claro que estas experiencias ponen de manifiesto las diferencias entre intuición y facultades psi. Así, mientras la primera se presenta simplemente como un presentimiento difuso de algo todavía no ocurrido, o como la solución repentina a un problema, éstas últimas traen a la mente noticias sobre el presente o futuro mediante imágenes. Por otra parte, la intuición va acompañada de un sentimiento de certeza inconfundible.
Hay cuatro métodos básicos en que se manifiesta el pensamiento intuitivo: psíquicamente (cuando se "olfatea" un peligro inexistente hasta el momento), emocionalmente (atracción o rechazo inmediato por alguien), mentalmente (solución instantánea de un problema intelectual) y espiritualmente (cuando se produce una iluminación o una revelación).
En realidad, filósofos, músicos, artistas y científicos de todos los tiempos, desde Arquímedes a Einstein, pasando por Newton, deben a su intuición importantes descubrimientos o la inspiración de sus mejores obras. Por citar algunos de la larga lista recordemos a Gustav Mähler, quien afirmaba: "yo no elijo lo que compongo, lo que compongo me elige a mí"; a Einstein, quien llegó a decir que "a la hora de hacer ciencia lo único valioso es la intuición"; o Dalí, que esperaba siempre para pintar "el momento en que se produjera el delirio de lo instantáneo, a través de una actitud activa sistemática y sabia ante los fenómenos irracionales".
Pero, aunque se establezca que la inteligencia intuitiva es innata en todos nosotros, que tiene un sitio en nuestro cerebro y nos advierte mediante la química, aún queda un misterio sin resolver: ¿de dónde viene la información que se genera durante este tipo de percepciones? ¿Se originan en nuestro inconsciente o fuera de nosotros? ¿Se trata de una inspiración divina, de una conexión con la energía universal? Tal vez nuestro concepto sobre lo que es interno y externo son obsoletos.
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